Cuando preparamos una clase de español y planificamos actividades ELE, solemos pensar en la gramática que toca, en el tiempo del que dispondremos y en la energía con la que llegará el grupo. Sin embargo, de esa mezcla de buenas intenciones y prisas surgen desajustes que se repiten en muchas aulas: dinámicas que no llegan a ser comunicación, secuencias que se quedan a medias o tareas que frustran a los estudiantes porque no encuentran ni el reto ni el sentido. Detectar esos patinazos habituales y saber por qué ocurren nos ayuda a convertir cada ejercicio en una experiencia más coherente y motivadora.
¿Práctica o charla?
A menudo confundimos una actividad participativa con una situación realmente comunicativa. Que...
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